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La relación entre los Estados Unidos y las naciones al sur del Rio
Grande siempre ha sido compleja. Desde el siglo diecinueve, con su
doctrina del “Destino Manifiesto”, los Estados Unidos consolidaron su
hegemonía en toda Latinoamérica, incluyendo a México y a Centroamérica.
Al inicio del siglo veinte, Presidentes como Theodore Roosevelt y
Woodrow Wilson asumieron que los Estados Unidos estaban destinados
a expandirse a través del continente y que tenían la responsabilidad
de asumir un liderazgo político y moral en el hemisferio. Incluso se dice
que Franklin D. Roosevelt dijo, a propósito de Somoza, el legendario
dictador nicaragüense: “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. |
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