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Deslizamientos de tierra e inundaciones ha habido desde hace millones de años. Lo novedoso es su mayor frecuencia y su recrudecimiento actuales. Últimamente, un aumento de la intensidad y la amplitud de ciertos eventos meteorológicos -como las tormentas- ha influido en ello, pero lo determinante no ha sido eso sino las modificaciones que se han dado en el uso del suelo. Y es que, desde hace tiempo, nos hemos dedicado a talar bosques y sustituirlos con pasturas y campos agrícolas, y, lo que es peor, en los últimos treinta años en Costa Rica hemos pasado a sustituir, galopantemente, los pastizales y los cultivos por la urbanización multitudinaria.
La urbanización moderna a mansalva, sin la planificación y previsiones científicas requeridas, precisamente desemboca en deslizamientos de tierra e inundaciones. Los deslizamientos se dan, asociados a fuertes lluvias, en montañas y cerros donde el suelo ha sido desnudado exponiéndolo a las fuerzas mecánicas que sobre él actúan, y volviéndolo muy vulnerable a ellas, fuerzas como el viento y el agua. Y es justamente ante la precipitación torrencial de ésta que el suelo cede deslizándose por gravedad en grandes cantidades, pudiendo aplastar casas y gente. Por su lado, las inundaciones ocurren a causa de la impermeabilización del suelo que se da cuando, luego de dejarlo descubierto, sobre él se instalan múltiples y amplios complejos de edificaciones, con carreteras incluidas, que impiden la infiltración en la tierra del agua llovida, haciendo que con los aguaceros ésta corra por encima del suelo, a través de cunetas, de alcantarillas y de las calles, hasta caer de golpe y masivamente en los cauces de los ríos, sobrepasando, por su cuantía, la capacidad de conducción de agua que ellos tienen. Porque los cauces de los ríos están preparados para transportar una cantidad de agua mucho menor de la que ahora en los sitios urbanizados les llega; están programados para transportar la cantidad de agua que les llegaba cuando los suelos de sus cuencas no estaban impermeabilizados e infiltraban bien. Una vez impermeabilizada gran parte de la cuenca, el río se ve sometido a una tarea que no puede cumplir, rebalsándose y pudiendo entonces las aguas arrastrar edificaciones y personas hasta hacerlas trizas. Poco más o menos así es la problemática que, cada invierno, últimamente a casi toda Costa Rica acogota. |
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