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El cambio climático pasó de convertirse en una simple hipótesis o conjetura que tuvieron los científicos
a mediados de la década de los años 1970, para transformarse en una realidad inequívoca (IPCC, 2007)
y en el mayor desafío y amenaza al desarrollo y bienestar que los seres humanos enfrentaremos en lo
que resta del siglo XXI. No existe duda de que los países en desarrollo y en especial aquellos más pobres,
serán los más afectados por los impactos del cambio climático, al mismo tiempo que luchan por superar
la pobreza y promover el desarrollo humano. De forma que el cambio climático amenaza con limitar
gravemente las perspectivas de desarrollo y el cumplimiento de las Metas de Desarrollo del Milenio. De
esta preocupación nace el interés por determinar la vulnerabilidad del país ante el cambio climático, es
decir, medir el grado al cual un sistema es susceptible e incapaz de hacer frente a los efectos adversos
del cambio climático, incluyendo la variabilidad climática y los extremos (IPCC, 2007).
La evaluación de la vulnerabilidad de un determinado sistema al cambio climático -como el del sector
hídrico de un país- tiene como objetivo no solamente identificar las debilidades de dicho sistema ante
la amenaza que representa el cambio climático, sino el de asegurar el uso óptimo de los recursos
disponibles, midiendo los impactos positivos y negativos y luego proponiendo medidas de adaptación
razonables con el fin de obtener ventajas de los impactos positivos y minimizar los negativos (Parry &
Carter, 1998; IPCC, 2007). Para llevar a cabo estas evaluaciones es indispensable de antemano tener un
conocimiento cualitativo y cuantitativo de cómo será el clima del futuro, es decir conocer la proyección
de los patrones temporales y espaciales de los elementos o variables climáticas. El aporte y solución
que la comunidad científica ha dado a este problema mundial es la formulación de los escenarios de
cambio climático.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en
inglés), los “escenarios climáticos” son descripciones coherentes y consistentes de cómo el sistema
climático de la Tierra puede manifestarse en el futuro (IPCC, 2007). Si bien los escenarios climáticos son
una descripción del clima futuro, los mismos dependen de supuestos acerca de futuras emisiones de
gases de efecto invernadero y otros contaminantes. Para entender mejor este concepto y retomando
la advertencia manifestada en investigaciones anteriores (IMN-CRRH, 2008; Benioff et al., 1996), es
importante aclarar y enfatizar que los escenarios de cambio climático no son predicciones determinísticas
como las del pronóstico del tiempo que se publica a diario en los medios de comunicación, lo que
significa que no hay un único escenario más verosímil, “central” o “más probable”, sino un conjunto de
posibles climas del futuro bajo unas condiciones predeterminadas, los cuales se pueden utilizar para
estimar cómo, cuándo y dónde un sector específico es potencialmente vulnerable al cambio climático,
es decir para evaluar de forma integral la sensibilidad de sistemas o sectores ante los posibles impactos
del cambio climático. En el presente, los posibles climas del futuro son derivados de los escenarios
de emisiones de gases de efecto invernadero, los cuales a su vez son causados por una variedad de
forzantes o factores socioeconómicos. Por lo tanto, la diversidad de los posibles escenarios de cambio climático nace como consecuencia de la incertidumbre de cómo evolucionaría nuestra sociedad en el
futuro. En este sentido, según todo lo anterior, un escenario de cambio climático se puede definir como
una posible representación del clima futuro bajo una determinada concentración de gases de efecto
invernadero y aerosoles en la atmósfera.
La metodología empleada para la construcción de escenarios varía de acuerdo al propósito de la
evaluación de impactos. Como se dijo antes, estos escenarios proporcionan un marco para el pensamiento
estructurado de cómo el futuro se puede presentar. Por ejemplo, los escenarios se pueden utilizar para
ilustrar el cambio climático en relación con el clima actual, para proyecciones de las consecuencias
potenciales del cambio climático, como por ejemplo, estimar el cambio futuro de la vegetación natural
e identificar especies en riesgo, para el planeamiento estratégico ante riesgos de incrementos de nivel
del mar, inundaciones o sequías y para políticas de control de las emisiones.
Existe una gran variedad de métodos para crear los escenarios de cambio climático, uno de ellos y quizá
el más popular de todos es el de los modelos climáticos dinámicos. Estos modelos son una representación
matemáticas simplificada de los distintos procesos que conforman el complejo sistema climático (la
atmósfera, la hidrósfera, la biosfera, la criosfera y la superficie terrestre). Estos algoritmos matemáticos
contienen las ecuaciones fundamentales de la Física que gobiernan los procesos del sistema climático;
debido a su complejidad solo pueden ser rodados en grandes clusters de computadoras. Los primeros
modelos de cambio climático en ser desarrollados e implementados cubrían a todo el planeta y por eso
se les llamaban modelos de circulación global (MCG), sin embargo debido a su configuración interna, no
podían representar o no resolvían de la mejor forma aspectos realísticos que se manifiestan en escalas
de espacio y tiempo más pequeñas, como por ejemplo la orografía, la cobertura del suelo, y por esta
razón empezaron a utilizarse los modelos climáticos regionales (MCR) que hasta entonces servían para
hacer las predicciones de corto plazo (horas a días)
Hasta ahora, el desarrollo de escenarios climáticos había procedido de manera básicamente secuencial:
en primer lugar, se desarrollaban escenarios socioeconómicos y de emisiones para, luego, elaborar las
proyecciones del cambio climático en base a tales escenarios (Moss et al., 2008). Sin embargo vale la
pena mencionar aquí -aunque no es el objetivo- que este esquema va a cambiar en el Quinto Informe
de Evaluación del IPCC por un enfoque paralelo (figura 1.1) que contempla la creación de una nueva
generación de escenarios de emisiones denominada “Vías de Concentración Representativas (VCR)”,
donde el inicio del proceso no partiría de los escenarios socioeconómicos como era lo usual desde
1998, sino de concentraciones previamente definidas según cuatro escenarios o VCR´s. No obstante,
para los efectos y el momento en que se realizó el presente estudio, todo esto significa que sin la
disponibilidad de los escenarios socioeconómicos no era posible generar los escenarios climáticos, y por
lo tanto tampoco los escenarios de impacto, adaptación y vulnerabilidad. Según el IPCC, estos escenarios
constituyen un instrumento apropiado para analizar de qué manera influirán las fuerzas determinantes
en las emisiones futuras, y para evaluar el margen de incertidumbre de dicho análisis. Como ya se
ha dicho, los escenarios socioeconómicos son de utilidad para el análisis del cambio climático, y en particular para la creación de modelos de predicción del clima, para la evaluación de los impactos y para
las iniciativas de adaptación y de mitigación. |
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